Las científicas que nos inspiran: el valor de las científicas anónimas

No puedo decir que tenga una “científica de cabecera” que motivara mi carrera y sirviera de guía en los momentos de oscuridad. De hecho, no comencé a conocer la existencia de ilustres científicas hasta hace relativamente poco tiempo. No sería justo decir que la científica que me inspiró fuera ésta o aquélla. Aunque visto en retrospectiva, está claro que mi ignorancia es reprobable y es necesario conocer a estas mujeres extraordinarias, que abrieron caminos donde nadie los imaginaba. Pero es que no hubo una “científica motivadora”, sino que hubo muchas, y sigue habiéndolas. A algunas las conozco muy bien porque hemos coincidido tantas veces a lo largo de los años, o porque me han alentado cuando era una estudiante temerosa, o porque me han aconsejado cuando me equivocaba, o porque me han felicitado cuando tocaba el éxito efímero. O porque simplemente estaban ahí y eran muy pocas en su época, o las únicas. Otras son matemáticas que me rodean, a las que veo todos los días, con las que trabajo. A otras nunca las conocí, más allá de ser un nombre en un artículo de investigación, pero un artículo genial, o inspirador, en mi investigación. Todas estas científicas, de una forma u otra, son un referente para mí. Quizá nunca recibirán un premio importante, ni aparecerán en un libro de historia, ni serán protagonistas en una serie de artículos en los que se trata de concederles reconocimiento. O quizá sí, pero ahora mismo no lo sabemos. Por eso, quisiera rendir mi pequeño reconocimiento a estas científicas “anónimas” que fueron inspiración (y siguen siéndolo) de un modo u otro a lo largo de mi carrera. Van por ellas estas líneas, porque es muy difícil ser investigadora, e investigadora de calidad, a la vez que se es madre, o cuando tu familia o tu pareja vive a muchos kilómetros de distancia, o cuando tienes que pelear cada día, completamente sola, con el mundo real y con la comunidad científica, muchas veces hostil. Las científicas que me inspiran son estas mujeres valientes que son capaces de concentrarse en su investigación, a la vez que arrostran el temporal. En una primera versión de este artículo, escribí una serie de nombres de matemáticas, españolas y extranjeras, tal como venían a mi cabeza, en un intento de poner nombre y apellidos a estas científicas anónimas de las que hablo, que en particular trabajan en mi área de investigación. Cuando llevaba casi cincuenta nombres me pareció que no estaba bien incluir dicha lista, porque evidentemente siempre me estaría dejando a muchas, y no quería desmerecer a nadie. Así que tú, matemática que estás leyendo esto, ten en cuenta que estabas en esa lista, y tu trabajo es y será ejemplo para otras (y para otros!). Quizá no serás tan famosa como Sofya Kovalévskaya, Maryam Mirzhakani o Ada Lovelace, pero tienes la responsabilidad de ser guía e inspiración de quienes te rodean y de otras jóvenes potenciales científicas. Que no es poco.